Abuso Psicológico en Grupos: Taxonomía y Severidad de sus Componentes

International Journal of Cultic Studies, Vol. 7, 2016, 41-54.

Abuso Psicológico en Grupos: Taxonomía y Severidad de sus Componentes

Álvaro Rodríguez-Carballeira

Omar Saldaña

Carmen Almendros

Javier Martín-Peña

Jordi Escartín

Clara Porrúa-García

Se diseñó un estudio con el propósito de delimitar el abuso psicológico en grupos desde una aproximación psicosocial. A partir de una revisión de la literatura científica, se propuso una definición del fenómeno y una taxonomía de las estrategias de abuso psicológico en grupos. Un panel de 31 expertos evaluó el contenido de la taxonomía y juzgó la severidad de las estrategias a través de un estudio Delphi. El abuso psicológico en grupos es definido por la aplicación de estrategias abusivas, su duración continuada y su objetivo último, el sometimiento del individuo. La taxonomía mostró una adecuada validez de contenido. Los juicios de los expertos permitieron jerarquizar las estrategias en función de su severidad, siendo las más severas aquellas que inciden en el ámbito emocional. Operativizar, clasificar y jerarquizar las estrategias contribuye a una mejor delimitación del fenómeno, útil tanto en el campo académico como en el aplicado.

Palabras clave: abuso psicológico, control interpersonal, grupos, severidad, taxonomía

The purpose of this study was to delimit group psychological abuse through a psychosocial approach. An operational definition of the phenomenon and a taxonomy of group psychological abuse strategies were proposed based on a review of the scientific literature. A panel of 31 experts in the area evaluated the content of the taxonomy and judged the severity of the strategies through a Delphi study. Group psychological abuse was defined by the application of abusive strategies, their continued duration, and their ultimate aim, i.e., subjugation of the individual. The taxonomy showed adequate content validity. Expert’s judgments allowed for hierarchically organizing the strategies based on their severity, being the most severe those directed to the emotional area. Operationalizing, classifying and organizing the strategies hierarchically contributes to a better delimitation of the phenomenon, which is useful for both the academic and applied fields.

Keywords: groups, interpersonal control, psychological abuse, severity, taxonomy

El Abuso Psicológico en Grupos (APG) hace referencia a un proceso asociado a la captación y retención de seguidores que puede ocurrir en contextos grupales de interacción intensa y continuada (Langone y Chambers, 1991). Este proceso se manifiesta en un conjunto de conductas correspondientes al campo de la agresión, incluyendo desde estrategias de influencia indebida hasta estrategias de control interpersonal, coacción y abuso (Taylor, 2004). Dichas conductas han sido estudiadas a partir de las relaciones interpersonales que tienen lugar en el seno de distintos contextos grupales, especialmente en aquellos que algunos autores han denominado grupos manipulativos (Almendros, Gámez-Guadix, Carrobles y Rodríguez-Carballeira, 2011). También se han estudiado en equipos deportivos de élite (Stirling y Kerr, 2014), en bandas juveniles violentas (Ulloa, Dyson y Wynes, 2012) o en grupos terroristas (Rodríguez-Carballeira et al., 2009; Trujillo, Ramírez y Alonso, 2009).

El abuso psicológico ejercido en contextos grupales ha sido estudiado principalmente en grupos manipulativos, quizás por el carácter inesperado de algunas conductas destructivas que en su seno pueden tener lugar (Bohm y Alison, 2001). Algunas muestras extremas de estas conductas podemos hallarlas en los denominados “suicidios colectivos” de miembros del Templo del Pueblo en la Guyana en 1978, de miembros de la Puerta del Cielo en Estados Unidos en 1997 o de miembros de la Orden del Templo Solar en varias localizaciones de Suiza, Francia y Canadá en 1994 y 1995 (Dein y Littlewood, 2000). Abundan los testimonios de exmiembros de este tipo de grupos que informan haber sufrido formas persistentes de abuso psicológico (e.g., Chambers, Langone, Dole y Grice, 1994; Matthews y Salazar, 2014). Otros estudios han hallado en dicha población síntomas psicológicos clínicamente significativos y problemas de ajuste atribuibles a las conductas abusivas experimentadas (Aronoff, Linn y Malinosky, 2000).

A pesar de la relevancia social del APG, en la comunidad científica no se ha alcanzado un alto consenso acerca de los elementos que definen el fenómeno o acerca del conjunto de conductas abusivas que pueden darse en grupos. El grado de acuerdo es incluso menor que el existente en otros ámbitos, como el del abuso psicológico en la pareja (Kelly, 2004). Además, la severidad de dichas conductas abusivas no ha sido suficientemente estudiada, siendo un aspecto clave para predecir el daño experimentado por las personas afectadas. Con el objetivo de contribuir a mejorar la delimitación del APG, el presente estudio trata de dar respuesta a las siguientes preguntas:

(a) ¿Cuáles son los elementos básicos del abuso psicológico en grupos?

(b) ¿Cómo pueden clasificarse las conductas de abuso psicológico en grupos?

(c) ¿Difieren estas conductas abusivas en función de su severidad?

Abuso psicológico en grupos

El estudio de los procesos de influencia en grupos se ha centrado en mecanismos como la conformidad, la obediencia, la condescendencia, el poder de las dinámicas grupales o en los factores explicativos de la influencia grupal, como la fuerza, el número y la proximidad de las fuentes de influencia (Latané, 1981). Sin embargo, la mayoría de estudios suelen analizar episodios legítimos y puntuales de interacción social, no siendo suficiente para explicar ciertas formas de influencia ejercidas en grupos de forma continuada y que por su intensidad pueden contener componentes abusivos.

Para designar las formas de influencia indebida, control, coacción y abuso que se dan de forma continuada en contextos grupales se ha propuesto el término abuso psicológico en grupos (Langone y Chambers, 1991). Asimismo, en la literatura científica reciente se han utilizado otros términos como abuso emocional (Stirling y Kerr, 2014) o adoctrinamiento intenso (Baron, 2000). El estudio de este abuso psicológico implica analizar las conductas abusivas que tienen lugar en contextos grupales, sin llegar a prejuzgar las dinámicas que caracterizan a la totalidad del grupo donde se ejercen (Zablocki y Robbins, 2001). Aun así, las primeras aproximaciones al estudio del fenómeno provinieron de aquellas investigaciones que analizaron las prácticas de ciertos grupos etiquetados como sectas coercitivas.

La mayoría de definiciones de abuso psicológico en este tipo de grupos señalan el uso de estrategias de influencia y abuso. Estas estrategias han sido descritas como sistemáticas e intencionales (Langone, 1992), planificadas, coordinadas y encubiertas (Singer y Lalich, 1995), o como manipuladoras y explotadoras (Almendros et al., 2011). Algunas definiciones se han centrado en los propósitos buscados al ejercer el abuso, como controlar a los miembros del grupo (Singer y Lalich, 1995) o subordinar su bienestar en beneficio del líder (Almendros et al., 2011). Otras definiciones de APG enfatizan sus consecuencias adversas sobre las personas afectadas. En este sentido, ha sido definido como un conjunto de técnicas que influyen en la forma de pensar, sentir y actuar de una persona, desbaratando su identidad (Hassan, 2013). En la misma dirección, Langone (1992) señaló que el abuso psicológico implica: (a) controlar la información para manipular el pensamiento y el juicio, (b) coartar la capacidad de elección, (c) fragmentar y alterar la identidad personal y (d) socavar los sentimientos de valía.

Las divergencias entre las definiciones propuestas parecen confirmar que el abuso psicológico, tanto en grupos como en otros ámbitos donde se ha estudiado, resulta un fenómeno elusivo y de límites difusos (Almendros et al., 2011; Follingstad, 2007). Posiblemente por esta razón, las definiciones propuestas cuentan con limitaciones tales como ser excesivamente genéricas e imprecisas, incluir elementos difícilmente operativos o tratar de delimitar la acción abusiva combinándola con sus posibles consecuencias.

Clasificaciones de las estrategias de abuso psicológico en grupos

Siendo las diferentes conductas y estrategias abusivas uno de los elementos centrales en la definición del APG, parece oportuno delimitarlas de la forma más precisa posible para que puedan ser detectadas, evaluadas y prevenidas. La mayoría de estudios que trataron de delimitar estas estrategias propusieron listados de conductas abusivas que pueden ejercerse en el seno de un grupo (e.g., Langone, 1982; West y Singer, 1980). Otras investigaciones se centraron en indicar las condiciones que debían darse en un grupo para facilitar la aplicación de tales estrategias (Ofshe y Singer, 1986; Singer y Lalich, 1995).

Las clasificaciones de estrategias de abuso psicológico propuestas se han articulado fundamentalmente desde cuatro perspectivas, según: (a) la fase de integración del sujeto en el grupo en la que dichas estrategias suelen aplicarse (Baron, 2000; Clark, Langone, Schecter y Daly, 1981; Zerin, 1983); (b) el tipo específico de estrategia (Andersen, 1985); (c) el grado de coacción que las caracteriza (Langone, citado en Rodríguez-Carballeira, 1992); y (d) los componentes personales o situacionales sobre los que recae la acción de cada estrategia (Coates, 2012; Hassan, 2013; Rodríguez-Carballeira, 1992).

Otras aproximaciones a la clasificación de las estrategias de abuso psicológico provienen de los instrumentos de medida que se han propuesto para evaluar el fenómeno. La Group Psychological Abuse Scale (Chambers et al., 1994; versión española: Almendros et al., 2012) se estructura originalmente en cuatro dimensiones: Sumisión, Explotación, Dependencia Ansiosa y Control Mental; mientras que la Across Groups Psychological Abuse and Control Scale (Wolfson, 2002) se estructura en tres dimensiones: Abuso Emocional, Aislamiento-Control de la Actividad y Abuso Verbal. En el desarrollo del Individual Cult Experience Index (Winocur, Whitney, Sorensen, Vaughn y Foy, 1997), se contemplaron cuestiones relacionadas con el control de los miembros del grupo, la manipulación emocional o las experiencias de abuso verbal, físico y sexual. Sin embargo, los autores sugirieron interpretar la puntuación global del instrumento como el “grado de exposición a experiencias sectarias”.

Algunas de las limitaciones detectadas en los anteriores trabajos que trataron de delimitar o evaluar el APG son: (a) incluir estrategias etiquetadas como abusivas sin definirlas de forma operativa; (b) falta de exhaustividad o cubrir solo algunas de las estrategias abusivas que pueden ocurrir en grupos; (c) falta de discriminación o formular ciertas estrategias combinando diferentes tipos de conductas abusivas; y (d) enfatizar las consecuencias adversas sobre la salud y el bienestar de las personas, bien mezclándolas con las estrategias abusivas o bien considerándolas como estrategias en sí mismas. Atendiendo a estas limitaciones, se manifiesta la necesidad de desarrollar nuevas clasificaciones de estrategias de APG más precisas, exhaustivas y operativas.

Severidad de las estrategias de abuso psicológico en grupos

El APG suele producir costes sustanciales para las personas afectadas, ya sea en términos de dinero, tiempo, oportunidades perdidas, daño a sí mismas o daño a sus seres queridos (Baron, 2000). La mayoría de estudios que evalúan a exmiembros de grupos en los que se aplicaron conductas abusivas han hallado que una proporción significativa de dicha población experimenta dificultades psicológicas y sociales tras abandonar el grupo (Aronoff, Lynn y Malinoski, 2000). Algunas de las dificultades tienen que ver con establecer nuevas relaciones sociales, déficits cognitivos, sentimientos intensos de pérdida, rabia, culpa y vergüenza, depresión, ansiedad, disociación, tendencias auto-destructivas o trastorno de estrés postraumático (e.g., Coates, 2010; Malinoski, Langone y Lynn, 1999; Matthews y Salazar, 2014).

Las diferentes estrategias abusivas que una persona experimenta en un contexto grupal pueden conllevar distintos costes o daños. Es esperable pues que la severidad, entendida como el grado de daño que potencialmente causa cada conducta abusiva, sea diferente entre ellas (Follingstad, 2007). A priori, el daño causado por conductas propias del abuso emocional, como la amenaza o la humillación, será diferente al causado por comportamientos dirigidos al control y la manipulación de la información, por ejemplo. En este sentido, la severidad de las acciones abusivas puede ser una de las variables predictoras del nivel de gravedad de sus consecuencias sobre el bienestar y la salud de las personas afectadas.

Hasta la fecha, ningún estudio ha abordado directamente la severidad de las conductas abusivas en contextos grupales. Además, son pocos los estudios que han discriminado las diferentes conductas abusivas experimentadas al abordar la gravedad de sus posibles consecuencias (e.g., Winocur et al., 1997).

Objetivos del estudio

A partir de esta revisión de antecedentes y de las limitaciones detectadas, este trabajo se propone tres objetivos clave: (a) delimitar los elementos definitorios básicos que caracterizan al APG; (b) desarrollar y validar una taxonomía de estrategias de abuso psicológico aplicadas en contextos grupales, y (c) jerarquizar los componentes de la taxonomía en función de su grado de severidad, a partir del juicio de expertos.

Método

Participantes

Con el objetivo de validar la taxonomía y jerarquizar sus componentes, se contó con la colaboración de una muestra intencional de profesionales y académicos de reconocida experiencia en el campo del abuso en contextos grupales. La utilización de paneles de expertos es frecuente para validar definiciones y tipologías (e.g., Daly y Jogerst, 2005). En un principio se contactó con 46 expertos en base a dos criterios: (a) tener al menos 5 años de experiencia profesional en el campo de la prevención, el asesoramiento o el tratamiento de personas involucradas en grupos donde se aplican conductas abusivas, o (b) tener al menos 5 años de experiencia como académico y haber participado en tres o más publicaciones que versen sobre esta temática.

La muestra final contó con 31 expertos, 16 mujeres y 15 hombres, quienes mostraron interés y disponibilidad para participar en el estudio de forma confidencial y voluntaria. El 74.2% de los participantes eran profesionales con experiencia en la atención a personas que sufrieron prácticas abusivas en grupos, el 16.1% provenía del ámbito académico y el 9.7% restante combinaba ambas facetas en su trayectoria profesional. La mayoría de los expertos (58.1%) procedía del campo de la Psicología. El resto queda distribuido entre las siguientes disciplinas: Sociología (6.5%), Medicina (3.2%), Teología (6.5%), Derecho (3.2%), Antropología (3.2%), Periodismo (6.5%), Educación Social (3.2%) y Fuerzas de Seguridad (6.5%).

Procedimiento

Para abordar los dos primeros objetivos del estudio (definición y desarrollo de la taxonomía) se realizó una revisión de la literatura científica existente acerca del APG. Se consultaron las principales bases de datos (i.e., PsycInfo, Scopus y Medline), utilizando como claves de búsqueda combinaciones de los siguientes términos: adoctrinamiento intenso, persuasión coercitiva, influencia extrema, influencia indebida, influencia no ética, influencia coercitiva, reforma del pensamiento, control mental, secta, grupo, nuevo movimiento religioso, manipulativo, cerrado, abusivo, sectario, coercitivo, dogmático, carismático, destructivo y de alta demanda. También se accedió a material gris, como tesis doctorales no publicadas, contactando con los propios autores. A partir de las búsquedas realizadas, se seleccionaron los estudios cuyo objetivo era delimitar y/o medir el APG.

A continuación, cuatro integrantes del grupo de investigación con experiencia previa en el estudio de las diferentes formas de abuso psicológico, procedieron a extraer las definiciones, las clasificaciones, los componentes y las estrategias de abuso contenidas en los estudios seleccionados. Se analizaron sistemáticamente las definiciones, consensuando los elementos que definen el APG para proponer una nueva definición operativa. Se construyó de forma consensuada una taxonomía que incluía e integraba las estrategias de APG previamente extraídas. Se redactó una definición operativa para cada una de las categorías de la taxonomía, con el fin de explicar con precisión a qué conductas abusivas hacían referencia.

La primera tarea que se solicitó al panel de expertos que participó en este estudio fue la revisión de la taxonomía desarrollada, incluyendo: (a) la relevancia de cada categoría como componente del APG; (b) otros componentes relevantes del fenómeno que no estuvieran contemplados en la taxonomía; y (c) posibles cambios tanto en la nomenclatura como en la definición de las categorías, en el caso de que les resultaran inadecuadas. Para ello, a cada experto se le envió un documento mediante correo electrónico que incluía las instrucciones que debían seguir, así como los nombres y las definiciones operativas de las categorías que conforman la taxonomía. Las anotaciones de los expertos fueron analizadas e integradas en la versión final de la taxonomía.

Para abordar el tercer objetivo del estudio (jerarquización de las estrategias de APG) se utilizó el método Delphi, que consiste en un proceso anónimo, sistemático e iterativo de interacción grupal que busca obtener juicios individuales de un panel de expertos y respuestas grupales estadísticamente interpretables (Diamond et al., 2014). Este método ha demostrado ser útil en situaciones en las que se pueden combinar opiniones individuales para examinar un fenómeno cuya delimitación es compleja o un área cuya comprensión es incompleta, como en el estudio de la violencia en la pareja (Murray, Smith y Avent, 2010; Rodríguez-Carballeira, Porrúa-García, Escartín, Martín-Peña y Almendros, 2014), del abuso en el lugar de trabajo (Rodríguez-Carballeira, Escartín, Visauta, Porrúa y Martín-Peña, 2010), del abuso de ancianos (Daly y Jogerst, 2005) o del acoso escolar (Cross, Pintabona, Hall, Hamilton y Erceg, 2004).

El método Delphi llevado a cabo constó de dos rondas consecutivas utilizando el correo electrónico como medio de interacción entre los investigadores y cada participante. El contacto con los expertos fue siempre de manera individualizada, por lo que no tuvieron acceso a la identidad del resto de participantes.

En la primera ronda se proporcionó un documento a los panelistas con las instrucciones que debían seguir y con un primer cuestionario donde se incluía la taxonomía revisada. Se solicitó a los panelistas que distribuyeran 100 puntos entre cada grupo de componentes de la taxonomía según la severidad relativa o el peso que a su juicio tenía cada componente abusivo dentro de su grupo respectivo. Distribuyeron 100 puntos entre las seis categorías principales y otros 100 puntos entre los componentes de cada conjunto de subcategorías. Se eligió este procedimiento, seguido entre otros por Rodríguez-Carballeira et al. (2010) y Rodríguez-Carballeira et al. (2014), para facilitar la toma de decisiones de los expertos y para asegurar la variabilidad de las puntuaciones.

En la segunda ronda del estudio se envió un nuevo cuestionario a los participantes que incorporaba retroalimentación acerca de las respuestas grupales emitidas en la ronda previa. Para cada componente de la taxonomía se añadieron los siguientes datos: la puntuación del propio experto en la primera ronda, más la media, la desviación típica, la puntuación máxima y la puntuación mínima del conjunto de respuestas recibidas. A continuación se solicitó a los expertos que puntuaran de nuevo cada categoría de la taxonomía en función de su severidad, teniendo en cuenta la retroalimentación facilitada. Las respuestas de los participantes en la segunda ronda, previa comprobación de que se había alcanzado la estabilidad en las puntuaciones emitidas, fueron analizadas para obtener la jerarquización de las estrategias de APG.

Análisis de datos

Los datos se analizaron mediante el software informático SPSS.18.0. En ambas rondas se calcularon los principales estadísticos descriptivos de las puntuaciones otorgadas a cada categoría de la taxonomía. Con la intención de evaluar la estabilidad en el juicio del panel de expertos, para cada categoría (a) se contrastó el ajuste a la distribución normal de las puntuaciones emitidas en ambas rondas mediante la prueba Kolmogorov-Smirnov, (b) se calculó la correlación de Spearman entre las dos puntuaciones y (c) se contrastó la posible diferencia de rangos entre ambas puntuaciones mediante la prueba no paramétrica para muestras relacionadas Z de Wilcoxon.

Resultados

Definición de abuso psicológico en grupos

A partir del análisis de las definiciones del APG extraídas de la literatura revisada, emergieron tres elementos básicos que permiten caracterizar el fenómeno: (a) la naturaleza abusiva de las estrategias, (b) la duración continuada de su aplicación, y (c) el objetivo último de estas estrategias, a saber, el sometimiento de las personas. Combinando estos tres elementos, podemos definir el APG como un proceso de aplicación sistemática y continuada de estrategias de presión, control, manipulación y coacción con objeto de dominar a otra/s persona/s para someterla/s al grupo. Esta definición se centra en la propia acción abusiva, sin aludir a sus posibles consecuencias sobre las personas.

Taxonomía de estrategias de abuso psicológico en grupos

El resultado que corresponde al segundo objetivo del estudio fue la creación y la validación de una nueva taxonomía compuesta por 6 categorías y 26 subcategorías de estrategias de abuso psicológico que pueden ejercerse en grupos (Tabla 1). Desde una perspectiva psicosocial, las seis categorías pueden clasificarse en función de los cuatro ejes sobre los que las estrategias pueden incidir: emocional, cognitivo, conductual y del entorno. Los tres primeros ejes se refieren a estrategias que inciden de forma directa sobre la persona, ya sea sobre las emociones (abuso emocional), sobre las cogniciones (adoctrinamiento en un sistema de creencias absoluto y maniqueo) o sobre el comportamiento (imposición de una autoridad única y extraordinaria). El último eje se refiere a estrategias indirectas que inciden sobre la forma en que las personas se desenvuelven en su entorno inmediato (aislamiento, control y manipulación de la información y control de la vida personal).

Tabla 1

Taxonomía de las estrategias de APG

Tabla 1

Taxonomía de las estrategias de APG (cont.)

Tabla 1

Taxonomía de las estrategias de APG (cont.)

La taxonomía cubre un amplio espectro de conductas abusivas, contemplando desde las estrategias más obvias hasta las más sutiles. Dichas estrategias interactúan entre sí y pueden ser utilizadas en número, intensidad y secuencia variables. Cada estrategia abusiva va acompañada de una definición operativa para facilitar un mejor análisis diferencial entre ellas y una mejor delimitación del abuso psicológico en su conjunto. Los términos utilizados para denominar las estrategias y las definiciones propuestas se centran en la acción abusiva en sí misma, tratando de evitar aludir a las consecuencias que pueden llegar a ocasionar sobre las personas.

La mayoría de los expertos consideraron relevantes todas las categorías y subcategorías incluidas en la taxonomía. Un experto indicó que la subcategoría otorgamiento del perdón podría no discriminar entre el perdón interesado y el perdón prosocial, aspecto que se tuvo en cuenta modificando la definición operativa de la estrategia. Los expertos no sugirieron estrategias abusivas adicionales no incluidas en la taxonomía, ni cambios relevantes en la denominación de las estrategias contempladas o en la redacción de sus respectivas definiciones operativas. Así pues, la taxonomía pareció ser considerada como adecuada y completa por parte de los expertos que participaron en el estudio.

Severidad de las estrategias de abuso psicológico en grupos

El resultado que responde al tercer objetivo del estudio fue la jerarquización de las estrategias incluidas en la taxonomía en función de su grado de severidad a juicio del grupo de expertos. Las correlaciones entre las puntuaciones de ambas rondas del estudio Delphi fueron positivas, significativas y elevadas para todas las categorías incluidas en la taxonomía (rango rs = .60 – .95) y ninguna de las pruebas Z de Wilcoxon realizadas sobre cada par de puntuaciones mostró una diferencia de rangos significativa (Tabla 2). Así, las puntuaciones que los participantes otorgaron a cada estrategia en la segunda ronda del estudio no variaron de forma notable respecto a las puntuaciones emitidas en la primera ronda. La estabilidad encontrada supuso no necesitar llevar a cabo una tercera ronda y que las medias de las segundas puntuaciones pudiesen ser tomadas como índices de severidad relativa de las diferentes estrategias de abuso psicológico incluidas en la taxonomía (Tabla 2).

En la Figura 1 se presentan las seis categorías principales de la taxonomía jerarquizadas en función de sus puntuaciones medias. En la primera categoría (abuso emocional) destacan por su severidad las estrategias de manipulación del sentimiento de culpa (M = 18.32; SD = 4.59) y la de activación interesada de sentimientos positivos (M = 16.81; SD = 6.26). En la segunda categoría (aislamiento) destacan las estrategias de aislamiento de la familia (M = 30.71; SD = 6.42) y aislamiento de los amigos y de su red de apoyo social (M = 27.65; SD = 5.63). En la tercera categoría (control y manipulación de la información) destaca la de manipulación de la información (M = 55.65; SD = 10.78). En la cuarta categoría (control de la vida personal) destacan como más severas las estrategias de control de las actividades y de la ocupación del tiempo (M = 20.29; SD = 8.29) y de control sobre la propia existencia (M = 18.13; SD = 8.10). En la quinta categoría (adoctrinamiento en un sistema de creencias absoluto y maniqueo) destacan las estrategias de reconstrucción en negativo del propio pasado y de la identidad previa (M = 21.81; SD = 5.53) y de glorificación del endogrupo y rechazo del exogrupo (M = 21.16; SD = 5.5). Finalmente, en la sexta categoría (imposición de una autoridad única y extraordinaria), destaca la de implantación de la creencia en las cualidades especiales del líder (M = 52.1; SD = 15.32).

Retomando la perspectiva psicosocial acerca de los ámbitos sobre los que inciden prioritariamente las estrategias de APG, la valoración aportada por los expertos muestra un mayor peso de las estrategias que inciden sobre las emociones, seguidas de las que inciden sobre los elementos del entorno inmediato de la persona. En tercer lugar se sitúan las que lo hacen sobre las cogniciones y, por último, las estrategias que actúan sobre las conductas.

Figura 1. Jerarquización de las categorías principales de la taxonomía según su severidad.

Tabla 2

Estadísticos descriptivos de las puntuaciones de la segunda ronda e indicadores de estabilidad

Nota. p <.1; *p<.05; ** p<.01; ***p<.001. Un panel de 31 expertos distribuyó 100 puntos entre las categorías y entre cada conjunto de subcategorías.

Discusión

Los elementos recogidos en la definición del APG propuesta en el presente trabajo (duración, aplicación de estrategias de naturaleza abusiva y el sometimiento de la persona como objetivo) permiten diferenciar este proceso de otras formas de influencia y agresión. La sistematicidad y la duración prolongada en el tiempo, elemento central del abuso psicológico (Follingstad, 2007; Langone, 1992), permite diferenciarlo de la agresión psicológica, que es definida como una acción puntual que daña a la persona afectada (Richardson y Hammock, 2011). La duración resulta necesaria para que los procesos de influencia puedan intensificarse e incorporar gradualmente componentes abusivos (Hassan, 2013). En este sentido, para explicar la capacidad de influencia que los grupos de interacción intensa y continuada tienen sobre sus miembros, parece necesario añadir el elemento duración a los tres factores explicativos de la influencia grupal (número, proximidad y fuerza de los agentes de influencia) propuestos en la Teoría del Impacto Social (Latané, 1981).

La naturaleza abusiva de las estrategias ejercidas, elemento contemplado en la mayoría de definiciones previas (e.g., Hassan, 2013; Langone, 1992; Singer y Lalich, 1995), hace que el APG sea cualitativamente distinto a otras formas de influencia social (Baron, 2000). En este sentido, las estrategias de presión, control, manipulación y coacción recogidas y definidas en la taxonomía aquí aportada, adquieren una intensidad mucho mayor que las técnicas que buscan habitualmente la condescendencia, la conformidad o la obediencia puestas en marcha en otros contextos (e.g., Sundie, Cialdini, Griskevicius y Kenrick, 2012). El uso de estrategias de APG es compatible con la aplicación de estrategias de influencia social. De hecho, suelen ser concurrentes y su influencia incluso puede verse potenciada por el propio proceso de abuso psicológico (Baron, 2000).

El sometimiento de la persona como propósito principal del APG también lo diferencia de la mera agresión psicológica y de otras formas de influencia. Su objetivo último no es causar daño en sí mismo, ni simplemente conseguir la conformidad con las normas del grupo, la aceptación de peticiones directas o la obediencia a órdenes concretas, sino servir de instrumento para obtener un amplio dominio sobre la vida de los miembros del grupo (Singer y Lalich, 1995). Asimismo, dicho objetivo de sometimiento asemeja el APG al abuso ejercido en la pareja y lo diferencia del abuso aplicado en otros ámbitos, como el acoso ejercido entre escolares o en el entorno laboral, donde el fin perseguido prioritariamente es la exclusión de la persona (Rodríguez-Carballeira et al., 2013).

Entre los elementos definitorios propuestos del APG no se incluyen sus posibles consecuencias adversas sobre las personas afectadas, aspecto recogido en definiciones previas (e.g., Hassan, 2013; Langone, 1992). En esta dirección, se enfatiza que lo que caracteriza esencialmente al abuso psicológico es la acción abusiva llevada a cabo por los perpetradores, entendiendo que los efectos sobre las víctimas son una consecuencia de dicha acción. Los efectos negativos pueden ser de diferente naturaleza, nivel de gravedad e incluso, a juicio de algunos autores, podrían ser inexistentes (Zablocki y Robbins, 2001).

Sobre la taxonomía y la severidad de las estrategias de abuso psicológico en grupos

El contenido de la taxonomía de estrategias de APG ha sido validado por una amplia muestra de expertos mediante un procedimiento novedoso en este ámbito de estudio. Esta taxonomía se caracteriza por recoger de forma exhaustiva tanto estrategias explícitas como sutiles, incluyendo la mayoría de conductas abusivas contempladas en anteriores clasificaciones (e.g., Andersen, 1985; Hassan, 2013; Singer y Lalich, 1995). También se caracteriza por definir de forma operativa cada estrategia, resultando éstas mutuamente excluyentes.

Tanto las denominaciones como las definiciones de las estrategias se centran en la acción abusiva en sí misma, excluyendo sus posibles efectos, que a menudo fueron incluidos por otros autores en clasificaciones previas (e.g., ‘disminución del yo’ según West y Singer, 1980). Las conductas abusivas y sus consecuencias sobre el bienestar y la salud de las personas deben estudiarse en paralelo, para posteriormente poder relacionarlas mediante estudios rigurosos (Aronoff, Lynn y Malinoski, 2000). Una primera aportación en esta dirección es la jerarquización de las estrategias de APG en función de su severidad a partir del juicio de expertos. Futuras investigaciones deberán examinar la relación entre la severidad del abuso y la gravedad de sus consecuencias, tal como ha sido estudiada en campos de estudio similares.

La taxonomía se estructura desde un enfoque psicosocial en cuatro ejes según el ámbito personal o situacional donde recae prioritariamente la acción abusiva. Estos ejes quedan jerarquizados en función de su severidad en el siguiente orden: emocional, entorno inmediato, cognitivo y conductual. El eje del abuso emocional incluye, entre otras, estrategias etiquetadas previamente como técnicas de coerción (Andersen, 1985) o de control emocional (Hassan, 2013; Rodríguez-Carballeira, 1992). Este eje fue considerado el de mayor severidad a juicio de los expertos. Idéntico resultado se obtuvo al evaluar la severidad de las estrategias abusivas utilizadas en la violencia en la pareja (Rodríguez-Carballeira et al., 2014) y en el lugar de trabajo (Rodríguez-Carballeira et al., 2010).

El eje del entorno incorpora estrategias de tipo indirecto cuyo objetivo es intervenir sobre el contexto inmediato de la persona, incluyendo el aislamiento, el control y manipulación de la información y el control de la vida personal. Fue el eje considerado de mayor severidad tras el abuso emocional. Dicha severidad se refleja en estrategias extensamente estudiadas, como el aislamiento de fuentes externas de apoyo social (Andersen, 1985), el engaño (e.g., Andersen, 1985; Langone, 1982) o la supervisión continuada del comportamiento (Hassan, 2013).

El eje cognitivo, adoctrinamiento en un sistema de creencias absoluto y maniqueo, recibió una menor puntuación de severidad por parte de los expertos, aun tratándose de un componente central del APG. En este sentido, algunos autores emplean el término ‘adoctrinamiento intenso’ para referirse al conjunto del proceso de influencia indebida, control, coacción y abuso en contextos grupales (e.g., Baron, 2000).

El eje conductual, imposición de una autoridad única y extraordinaria, fue el que recibió una menor puntuación de severidad, probablemente por tratarse de una acción con cierto carácter transversal que suele acompañar, reforzar o conseguirse a través de otras formas de abuso. Este motivo explicaría que haya sido poco mencionado en anteriores clasificaciones, aunque algunos autores sí lo recogieron con la denominación de “afirmar la existencia de una sola autoridad verdadera” (Andersen, 1985) o de “requerir la rendición incondicional al líder” (West, 1990).

Implicaciones

El APG constituye un fenómeno de elevada relevancia humana, científica y social. Por ello, contar con una delimitación de las conductas abusivas aporta un marco integrador crucial para la investigación, así como una guía para las intervenciones en el campo aplicado. Dicho marco permitirá diferenciar las conductas abusivas de dinámicas grupales legítimas, aspectos que en ocasiones han sido confundidos (e.g., Dawson, 2007).

En el contexto clínico, la taxonomía puede servir como herramienta útil en la fase diagnóstica para evaluar la presencia o ausencia de abuso psicológico, así como para guiar posteriores fases de la intervención en las que se reevalúan las experiencias de abuso sufridas (Coates, 2010; Matthews y Salazar, 2014). Del mismo modo, en el contexto de la prevención permitirá diseñar intervenciones que, a través del conocimiento de las estrategias abusivas, aumenten la resistencia hacia su influencia y reduzcan la vulnerabilidad personal (Andersen y Zimbardo, 1984).

En el contexto jurídico se suele carecer de conceptos precisos sobre los límites de una influencia legítima y los procesos de abuso psicológico (Ordeñana, 2001). La taxonomía presentada puede contribuir a delimitar qué prácticas grupales pueden considerarse abuso psicológico, para así poder ser tomadas en cuenta en procesos judiciales o en el avance de la legislación criminal que regula la materia. En este sentido, la taxonomía puede ser utilizada por peritos forenses para evaluar los abusos perpetrados, tratando de establecer relaciones de causalidad con el daño experimentado a través de entrevistas clínico forenses (Vilariño, Arce y Fariña, 2013).

Limitaciones

Entre las limitaciones de la presente investigación se halla el muestreo no probabilístico utilizado para seleccionar al panel de expertos que revisó la taxonomía y jerarquizó sus componentes. En este sentido, es probable que el conjunto de profesionales y académicos especializados en este ámbito no esté perfectamente representado. En todo caso, se contactó con todos aquellos expertos de los que se disponía información. Aún con esta limitación, esta investigación realiza una aportación novedosa tanto por la rigurosidad en la metodología empleada como por el número de expertos participantes, aspectos de especial importancia al tratar de validar los componentes que dan entidad al abuso psicológico en un ámbito con escasez de estudios empíricos (Almendros et al., 2011).

Investigación futura

Futuras investigaciones han de seguir estudiando el abuso psicológico ejercido en contextos grupales para seguir introduciendo mejoras en su delimitación, en su evaluación y en el conocimiento general del mismo. Para que un instrumento de medida tenga las suficientes garantías psicométricas, es necesario una completa y rigurosa definición del constructo evaluado (Carretero-Dios y Pérez, 2007). En este sentido, la taxonomía aportada permitirá desarrollar instrumentos que evalúen el APG desde una perspectiva comprensiva. Con dichos instrumentos será más factible estudiar la relación entre las estrategias de abuso experimentadas y sus posibles consecuencias sobre las personas, obteniendo así una información más precisa acerca de la severidad relativa de los distintos componentes del APG.

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Artículo original

Este artículo es una traducción del artículo original, editado por el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, con referencia: Rodríguez-Carballeira, A., Saldaña, O., Almendros, C., Martín-Peña, J., Escartín, J. y Porrúa-García, C. (2015). Group psychological abuse: Taxonomy and severity of its components, The European Journal of Psychology Applied to Legal Context, 7, 31–39. doi: http://dx.doi.org/10.1016/j.ejpal.2014.11.001

Financiación

Esta investigación ha sido financiada por el Ministerio de Ciencia e Innovación de España (PSI2010-16098 & PSI2013-41865-P).